Nuevos abordajes en la animación: la expansión de una disciplina emergente 

Reseña: V Foro Académico Internacional de Animación – ANIMA 2017
11 y 12 de septiembre. Auditorio CePIA

Por Natalia Saraí Saldívar Halac (saldivarnat@gmail.com)
Imágenes: Daniel Isoardi (Equipo RDA-CePIA)

Este año se cumplió un siglo del surgimiento de la animación en Argentina, que se cuentan a partir de 1917, año en que Quirino Cristiani produjo en nuestro país “El apóstol”, el primer largometraje animado del mundo. A modo de celebración, a lo largo de varios días se realizaron diversos eventos, entre los cuáles se encontró el V Foro Académico Internacional de Animación, un espacio para poner en común todas las nuevas propuestas y abordajes que surgen al ritmo de la necesidades sociales, comunicacionales y estéticas de la actualidad. Entre los expositores se encontraron referentes de toda Latinoamérica, que compartieron experiencias de investigación, proyectos aplicados, procesos creativos y análisis teóricos que evidenciaron el amplio radio de alcance de los productos audiovisuales. La animación parece contar con la ventaja de ser una disciplina emergente, lo suficientemente nueva para no estar del todo definida y categorizada por las estructuras que presionan a otros medios de expresión. Esto le da libertad y  abre el espacio a muy diversos abordajes tanto teóricos como prácticos. El carácter accesible y dinámico de los productos animados hace que se infiltren en todos los ámbitos de nuestra cotidianeidad y que sirvan como canal de expresión para muchos campos disciplinares. No parece haber límites claros para las potencialidades de esta disciplina naciente y son cada vez más los proyectos que empujan las fronteras y conquistan nuevos territorios. En nuestro país llama la atención la tendencia a explorar el terreno de lo histórico y lo social, utilizando la animación como una manera de subjetivar la experiencia y exponer lo vivido. Parte de esto implica la renuncia a una sola verdad, y la apuesta por la construcción colectiva de una realidad que se admite diversa y disímil pero que sabe encontrar sus puntos comunes. Aunque suene paradójico, las herramientas digitales que proporciona la animación ayudan a humanizar la historia y sensibilizarnos ante la evocación la experiencia. 

A desinundar: iniciativas animadas de (re)construcción colectiva

Un ejemplo claro es el proyecto del que forman parte Pablo Torres y Ana González Comes, que  entraron en contacto con la comunidad de Unquillo y usando sus herramientas como animadores, propusieron un espacio de sanación comunitaria ante la experiencia de las inundaciones que golpearon a esta comunidad en el año 2015. El proyecto “Emerge Unquillo”, llevado a cabo a través de la Secretaría de Extensión de la UNC, avanzó en dos frentes que luego se concretaron en un producto final. Por un lado, el equipo planteó espacios taller para niños y niñas, donde desplegaron su creatividad para dar vida a personajes que ellos mismos aprendieron a dibujar a través de programas de animación. En simultáneo, el equipo se entrevistó con personas adultas de la comunidad para recolectar anécdotas y memorias en relación al río y la manera en que atravesó a lo largo de los años la vida de los locales. Los personajes que los niños habían diseñado fueron el cuerpo para todas estas historias, que hicieron convivir todo lo positivo del agua con el vacío de lo que se llevó. Las animaciones se proyectaron en el espacio público: en las calles, barrios y edificaciones que son de importancia simbólica para la gente del lugar, muchos de ellos marcados materialmente por el avance devastador del río sobre el pueblo. Con los personajes transitándolos, estos lugares volvieron a cobrar vida y se hicieron materia de la memoria colectiva. De esta manera, la animación cobró un rol reconstructivo ante una vivencia que marcó a toda una comunidad, es decir, a través de un espacio lúdico, de diálogo y creación, se  volvió articulable un hecho doloroso. La pérdida y el sufrimiento lograron aplacarse a través del espacio catártico construido con la imaginación de los niños y el universo de experiencias compartidas. 

Identidad animada: memorias posibles y sensibles

Desde una perspectiva más teórica, la exposición de Martina Carignano, estudiante de la Universidad Nacional de Villa María, se pregunta acerca del rol de la animación en el tratamiento documental de la memoria, particularmente en producciones en torno a la historia de hijos de desaparecidos. Carignano plantea que el género documental parece resistirse a incorporar la animación como herramienta expresiva a causa de su carga subjetiva y su accesibilidad, que contrastan con la idea de un producto cinematográfico fáctico y preciso. Por eso, es importante replantearse antes que nada qué es un documental y si es acertado pretender que un hecho pasado se transmita sin interferencia de lo subjetivo. La realidad es que a pesar de estar instaurado como un género riguroso, basado en hechos reales, el proceso documental demanda una constante toma de posiciones que van determinando la (re)construcción de un suceso inevitablemente atravesado por perspectivas. Es por esta razón que la expositora defiende la utilización de la animación en el cine documental, argumentando que la intervención evidente de una mano creadora expone lo que un documental realmente es: una evocación y no un reflejo.

A partir de los casos de “Los Rubios” (2003), largometraje de Albertina Carri y “La parte por el todo” (2005), película co-dirigida por Andrés Martínez Cantó, Santiago Nacif Cabrera y Roberto Persano, la reflexión de Carignano apunta a la animación como lenguaje sensible que logra acercar y visibilizar historias incorporando materialidades y estéticas que no son comunes dentro del género documental. En el caso de Los Rubios, se alterna una interpretación actuada de la búsqueda identitaria de Albertina Carri con testimonios grabados y una animación stop motion, con muñecos que referencian su proceso de recopilación de huellas y relatos alrededor de la vida y desaparición de sus padres. Los muñecos cuentan la historia contada por testigos, familiares y amigos, sin resistirse a la corriente de lo subjetivo: lo incorporan como materia de reflexión, reclamando la memoria como algo que se arma y desarma a través de cada sujeto. En “La parte por el todo”, en cambio, una animación minimalista y lineal se superpone a la grabación de entrevistas y relatos de hijos de desaparecidos que abordan la temática de la maternidad en cautiverio a partir de sus propias historias. Muchas veces los trazos ocupan con sus movimientos espacios marcados por el horror, resignificándolos y haciendo presentes a todos aquellos que los habitaron y ya no están. La animación en este caso es herramienta de reapropiación: toma esos lugares cargados de dolor y los invade con las memorias y búsquedas de los protagonistas: los que se llevaron y también los que están y siguen reconstruyendo la memoria del proceso en Argentina. 

La vida animada: trascender el lugar y el momento 

Estos proyectos son solamente una fracción de la diversidad de propuestas expuestas en el foro, pero sirven como muestra de la posibilidad que ofrece el lenguaje audiovisual de reformular y resignificar las prácticas sociales e históricas. Tomar una herramienta propia de la era digital y utilizarla para transmitir un universo simbólico que trasciende por mucho nuestra época y nuestro lugar, es una manera de mantener la memoria viva y accesible para las nuevas generaciones. Por eso la importancia todas estas prácticas y abordajes, que abren caminos para ampliar el alcance de la animación, invadiendo cada vez más terrenos disciplinares y colándose en todos los ámbitos de la vida diaria en la forma de productos amigables que nos acercan historias, relatos, ideas y reflexiones.