Las otras, nuestras historias. Una mirada a la producción colectiva de Cine El Calefón

Las otras, nuestras historias. Una mirada a la producción colectiva de Cine El Calefón

Por Leonardo Corzo (Ayudante Alumno Cepia)
Registro fotográfico por Carmen Heredia (colaboradora)

 

Diez años atrás se encendía la llama de Cine El Calefón. Alimentada por el compromiso social y una visión cinematográfica sincera, la idea logró extenderse atravesando fronteras, creciendo e intensificando su fuerza con el paso del tiempo. Azotado por las inclemencias del clima mediterráneo y avivado desde su centro por el impulso continuado del trabajo en equipo, el fuego continúa haciendo luz sobre territorios, personajes e historias inexploradas.

El colectivo está formado por Matías Herrera Córdoba, Ana Apontes, Juan Maristany, Lucía Torres y Ezequiel Salinas, todos jóvenes de poco más de 30 años que compartieron su iniciación en el mundo del cine cursando la carrera en la Universidad Nacional de Córdoba, así como en las sesiones del cineclub La Quimera,  donde comenzaron a perfilar sus confluencias y diferencias en torno a las formas de pensar y hacer cine.

Desde La Creciente, primer cortometraje dirigido por Matías Herrera y producido por Juan Maristany en el año 2004, se pone sobre la mesa una discusión sobre la memoria y las distintas formas de enfrentar las heridas producidas por la dictadura militar en la historia de los argentinos. Desde los inicios de la productora comenzaba a germinar la idea de un cine socialmente sensible pero que no dejaba de atender el tratamiento cinematográfico del relato. Tal punto de vista entronca y se ramifica en todas las producciones realizadas por El Calefón a lo largo de los años, ya sean trabajos propios de los miembros del grupo o proyectos de terceros.  Los integrantes mantienen la coherencia de su visión sabiendo potenciar las particularidades de cada una de las ideas que desarrollan.

"Lo que nos une al momento de elegir una película, es que creemos que estaría bueno que esa película se haga. Puede venir por el lado de la historia, por el lado del director,  por el lado de la salida que pueda tener o el desafío que plantee. Tiene que haber un punto de coincidencia en que la veamos necesaria en el sentido de que yo me quiero sentar a ver esa película" Comenta Matías Herrera, miembro fundador de la productora, en una charla realizada en el Cineclub Municipal Hugo del Carril el pasado 16 de Agosto.

A través de una perseverante labor crítica y colectiva, los integrantes de El Calefón han sacado adelante títulos emblemáticos de la realización cordobesa de los últimos años. Criada, Yatasto, Buen Pastor, una fuga de mujeres, y Una Noche sin Luna (coproducción argentino/uruguaya) son algunas de las obras que los calefones han aportado al renovado aire que viene sosteniendo el cine cordobés contemporáneo. Sobre la dinámica de trabajo que mantiene el funcionamiento y la cohesión los integrantes del grupo, Ezequiel Salinas indica que "El Calefón es uno solo,  pero nosotros somos cinco y lo que cada uno piensa o siente en relación a cada proyecto no siempre es coincidente y muchas veces es contradictorio". Sobre el tema agrega Matías Herrera: "Creemos en el cine como un arte colectivo, en ese sentido las películas se van gestando con el aporte de cada uno de los que son parte del proceso. Hay una confianza que no existe porque si, no cae del cielo, sino que se construye con años de trabajar juntos, de ponerle pilas y ganas y seguir discutiendo”

Ya sea que contemplemos el arduo trabajo cotidiano de una “criada” en un pueblo catamarqueño, acompañemos a un mago, una trabajadora de peaje y a un conejo en vísperas de año nuevo; que compartamos una jornada de trabajo a bordo de un carro junto a una familia de carreros por las calles de tierra de Villa Urquiza, o que escuchemos los vívidos testimonios de las presas políticas que lograron fugarse de la cárcel de mujeres del Buen Pastor, es posible darse cuenta de que las historias que El Calefón elige develar al público, están ahí afuera, a nuestro alrededor, sucediendo todo el tiempo pero ignoradas por la costumbre de nuestros ojos desarraigados.

La productora cordobesa hace foco en la cotidianidad de los personajes ignorados, marginales u oprimidos, encontrando la mayor humanidad posible en el género humano, destacando lo singular en lo cotidiano y profundizando su visión hasta encontrar la luz propia que emana desde el centro oculto de todas las cosas. Los espectadores recuperamos de esta forma una conexión inquebrantable con la realidad que nos alberga y con la memoria colectiva. Tales historias nos permiten ser testigos y empatizar con la suerte (o la falta de ella) de sus protagonistas, cuya presencia descontractura nuestra sensibilidad empobrecida.

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