Reseña: Cuerpo grotesco :: Última función + Desmontaje
03 de junio de 2016, Sala Jorge Díaz, CePIA.
Por Rosario Sciú (charossciu@gmail.com)
Imágenes: Christian Paleari
Trabajo Final de la Licenciatura en Teatro de Gerardo Ariel Cordero y Andrés Oviedo. Proyecto radicado en CePIABIERTO 2015. Dirigido por Patricia Valdez, con iluminación de Daniela Abayay y música en vivo de Cristian Matias Levrero, la obra tuvo 4 funciones en Mayo y Junio del 2016. La última, del 3 de Junio, fue seguida por Desmontaje con Esteban Rizzi y Adrián Ferreyra como invitados y Marcelo Comandú, como moderador, quien fue director del proyecto radicado y asesor de la tesis junto con Santiago Pérez.
Puede resultar limitante simplemente escribir sobre Cuerpo Grotesco. Elegir palabras para describir, narrar linealmente, dar una idea de lo sucedido en esta función, es una tarea casi injusta. El trabajo y la puesta en escena de la obra es intraducible al lenguaje hablado, es una experiencia vivencial. Los terrenos investigados por quienes forman parte de este proyecto son los del cuerpo, el movimiento, los efectos de sonido y luz mezclados con la presencia de los actores en su entrega. Cuerpo Grotesco es un viaje que absorbe al espectador y lo transporta hacia dimensiones de lo simbólico. En ellas se puede decodificar lo que se ve y siente, pero las posibles categorías de interpretación se intercambian o destruyen continuamente. Sucede igual cuando el espectador asume que este actor es ahora madre, ahora hijo, y los roles se intercambian, se modifican, como también lo hacen sus cuerpos que bailan a veces, cantan otras, se mueven de formas más cercanas a lo animal o monstruoso que a lo humano.
En el Desmontaje de la obra, uno de los actores afirmaba que abordaron lo grotesco, no desde el género literario, sino desde el propio cuerpo y sus gestos posibles, desde lo lumínico y lo sonoro. Establecieron en su trayecto de trabajo un diálogo en el que luz, sonido y actores tenían un equivalente poder propositivo. Reflexionaron sobre cómo determinado sonido modifica a los actores, cómo la luz es capaz de llevarlos hacia determinada dirección, y viceversa. Esto puede apreciarse en el resultado final de la obra en el que los efectos lumínicos y sonoros son generadores de clima y sentido tanto como los actores, siendo tan potentes como sus gritos o expresiones en momentos de tensión, o sutiles, cuando es necesario. Si bien efectivamente actúan sólo dos personas, en verdad son cuatro actores en escena los que construyen la pieza.
Uno de los invitados del Desmontaje, Adrián Ferreyra, habló sobre cómo la obra parece situarse en intersticios o lugares intermedios. Hay una exploración que se evidencia en diversos géneros indefinidos, no es ópera, danza, performance ni teatro, en un sentido tradicional, pero hay elementos de cada uno de ellos.
De los roles que adquieren los actores en el devenir de la obra, algunos son femeninos pero no elaboran una representación del tipo hombre-que-se-viste-de-mujer-y-hace-de-madre-dejando-de-ser-hombre, sino que excavan en sus cuerpos masculinos para dejar brotar su parte femenina, maternal, sin desligarse de su propio género. Hay también presente una cuota de lo animal. Ciertos movimientos y gemidos que son más plausibles de identificarse con lo bestial o monstruoso que lo humano. Pero de nuevo aquí no hay una representación clara de un animal concreto, ni un desapego de su condición humana, son un híbrido que en el transcurso de la puesta dejan ver, en menor o mayor medida, su animalidad en el orden de la experiencia.
La propuesta se desarrolla en un terreno pantanoso que nos mantiene alertas y cuestiona nuestras categorías de análisis. Es quizá en medio de ellas, en lo indescifrable, que lo simbólico e intuitivo aparece, la impresión y sensaciones que nos deja la experiencia completa, lo que no puede definirse enteramente en palabras.
Los elementos utilizados dan cuenta de decisiones del trabajo: hay un amplio uso del espacio que es enteramente recorrido; una proximidad con el público que, por momentos, se encuentra a sólo centímetros de los actores; una gran economía de recursos empleada, entre otros. Prácticamente sólo dos elementos son parte de la puesta, además del sonido, la iluminación y los propios cuerpos en escena. Por un lado, una caja arrastrada con cadenas, la caja que es contenedora, que construye desde su vacío, desde su hueco. La caja que es útero por fuera del cuerpo desbordado, una carga pesada que nos remite a una lectura cristiana del parir doloroso de la mujer, de su herencia de sufrimiento que se transmite y no acaba. Y por otro lado, plumas que aportan una resonancia de lo animal, de lo ritual; plumas como un “lugar misterioso, como un elemento que no se define” en palabras de Marcelo Comandú.
Son pocos los elementos utilizados, múltiples las lecturas y referencias trabajadas en un extenso proceso exploratorio. Tener la oportunidad de hablar con los realizadores e invitados a su Desmontaje fue enriquecedor para adentrarnos en las motivaciones y procesos de este trabajo, para vislumbrar que, en este caso, es el proceso el protagonista y no la obra, que además sufrió diversas variaciones en cada función.
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Para conocer más sobre el proceso de trabajo del proyecto: http://artilugiorevista.artes.unc.edu.ar/2015/11/13/grotesco-es-el-mundo-creado-anotaciones-sobre-una-dramaturgia-que-deviene-marianella-monzoni/