Curar el/los público/s. Recorrido por Planeador #4

Reseña: Planeador #4 PÚBLICO/S. Debates en torno a diferentes modos de abordar la relación con el/los público/s. Mesa 2: Entrecruces e interferencias: la programación y la curaduría en relación a el/los Público/s. 
1 de noviembre de 2017. CePIA, Facultad de Artes, UNC (Ciudad Universitaria).
Texto: Henry Mainardi (henry.mainardi@gmail.com)
Fotografías: Daniel Isoardi (Equipo RDA – CePIA)

Los días 17 de octubre y 1 de noviembre pasados fue la cuarta edición del Planeador, ciclo del CePIA que se propone como espacio de especialización no formal para la generación y el desarrollo de proyectos de arte y cultura. En este nuevo encuentro, la temática giró en torno a las diferentes formas de vincularse con el/los público/s. Particularmente, el segundo día se desarrolló una mesa debate entre programadorxs y productorxs culturales de Espacio Quality, Bataclana Espacio y Cineclub La Quimera.  

El segundo día del Planeador #4, como todo lo bueno, se hizo esperar. La actividad reprogramada ofreció una mesa debate de gran y diverso intercambio. Entre lxs invitadxs estaban Marcos Venier (Espacio Quality, Quality Teatro y San Francisco Eventos S.A.), Juan Bianchini (Cineclub La Quimera) y Paula Páez (Bataclana Espacio Cultural). A su vez, Carina Cagnolo moderó la conversación. 

El eje que se proponía para esta ocasión fue: “Entrecruces e interferencias: la programación y la curaduría en relación a el/los Público/s”. En este sentido, se prestó especial atención a las diferencias y similitudes entre los espacios que representaban lxs invitadxs, uno más enfocado en lo empresarial y los otros desde una perspectiva autogestiva e independiente. 

Marcos Venier, representando a Espacio Quality y Quality Teatro enfatizó en la importancia de construir un público desde los servicios que le son prestados, la elección de los shows y el comportamiento dentro de la sala. Según el programador, un público que se siente incómodo, inseguro o no representado, no vuelve. Es por esto que distintas divisiones dentro de la empresa se encargan de estudiar lo que le interesa a cada segmento social que acude al Quality en busca de ver un show, en qué medios publicitar, de qué modo acondicionar el espacio para cada situación. A su vez, debido a las grandes cargas impositivas, necesitan sostener entre tres y cuatro shows por día para alcanzar la rentabilidad y sostener una firma con más de setenta empleadxs. Para lograr esto, Espacio Quality acude a shows de distintas materias, desde fiestas, boxeo, clases magistrales, obras de teatro, recitales, etc. Cada uno de esos espectáculos implica pensar en distintos públicos y estrategias de marketing y publicidad.

Un dato que comparten desde el Espacio Quality es el siguiente: dentro de los estudios de marketing y publicidad, se realizaron encuestas al/a los público/s sobre el acceso a la información de programación de Espacio Quality. Descubrieron que de las cuatro variantes (vía pública, Radio, TV y Redes Sociales), la más cara era vía pública y al mismo tiempo la menos consultada, cerca del 10% se enteraba por este medio. Por el contrario, la más económica y al mismo tiempo la más consultada, eran las redes sociales. 

Desde otra perspectiva muy diferente, Juan Bianchini habló del Cineclub La Quimera, uno de los pocos espacios cinéfilos que quedan hoy en Córdoba. Aquí la curaduría está pensada para un grupo de personas reducido que frecuentan el espacio de proyección que sostienen en el Teatro La Luna. A lo largo del año se hacen unas treinta y cinco funciones de cine con películas que el grupo programa desde un corte “festivalero”, según nombra Juan. 

En relación a la elección de dichas proyecciones, el grupo primero selecciona internamente las propuestas. Buscan materiales que los problematicen y al mismo tiempo los convenzan desde su integridad total. Aquí la programación está íntimamente ligada a dos cuestiones políticas: a qué altura el/la realizadorx pone la cámara y de qué manera filma a las personas. Otros factores que tienen en cuenta es que sean estrenos en Córdoba, que respeten la mirada del grupo sobre el mundo y el cine y que provenga de un corte cinematográfico y de izquierda.

Cineclub La Quimera propone espacios de formación para su público. Por un lado, en el ingreso a la sala se lo recibe con un prólogo a la proyección, un disparador de pensamiento o una contextualización. Por otro lado, se realizan talleres para lxs realizadorxs que asisten al espacio. Otra instancia que puede pensarse como formativa es que muchas veces las proyecciones cuentan con la presencia de sus realizadorxs y esto abre la posibilidad de desmontaje. 

Finalmente, Paula Páez compartió su experiencia como parte de Bataclana Espacio junto con once artistas y gestorxs más. La sala cuenta con una fuerte impronta de izquierda, es sede de los Festivales Circo en Escena, El Deleite de los Cuerpos, Festival de Performance, Varietés y distintos espectáculos. Aquí se responde a una decisión política muy concreta en la que diversos públicos se ven abarcados en un mismo espacio. 

Desde lo económico, las tres aristas que construyen el espacio son: el acceso del público, sostener la sala y pagar a lxs artistas que se presentan. En cuanto al acceso del público, atienden a la aspiración de asegurar el acceso a la cultura. Es por ello que a la hora de pensar en la programación, tienen una regla fundamental: que el dinero no sea una imposibilidad. Es por ello que todas las actividades y programación son a la gorra. Al mismo tiempo, el ingreso que se produce les permite pagar el alquiler y los gastos y asegurar el pago de lxs artistas que realizaron el evento.

En consonancia con el Cineclub La Quimera, Paula comentó que la programación se ha vuelto un poco más selectiva a lo largo del tiempo.  De esta manera, seleccionan las propuestas que grupalmente consideran de calidad y que le generan algo de identificación con los intereses de Bataclana. En este caso, la curaduría es su forma de cuidar el/los público/s.

Las diferencias en cuanto a las trayectorias de los espacios apareció en el debate como algo muy discutido. Sucede que en la diversidad de necesidades, infraestructura y objetivos la curaduría se configura como un posicionamiento político. Por un lado, vemos el caso de un espacio legitimado por el gran público cordobés, cuyo objetivo es generar rentabilidad y propuestas en cantidad. Por otro, dos espacios que están impulsados y sostenidos por sus hacedorxs como lugares de encuentro, aprendizaje e intercambio. En este segundo caso el estudio sobre el público no está hecho por equipos especializados en audiencia ni gráficos de barra: se realiza en el día a día, con una gran atención personal de los grupos autogestivos sobre lo que sucede en sus espacios. Los errores y aprendizajes están, de hecho, amortiguados por sus propios cuerpos, economías y vínculos. 

¿Pueden, entonces, espacios tan disímiles políticamente cruzar aprendizajes? Seguramente esto merece otro encuentro de debate. La regla diría que a mayor heterogeneidad mayor es la producción creativa y de pensamiento, ya que mayores esfuerzos dialécticos supone. Se puede pensar en primera instancia que los espacios autogestivos sacarían mayor provecho a los estudios de mercado de las empresas, pero ahondando más, hay un terreno muy fértil de aprendizaje inverso, que es político, colectivo y de resistencia.