Reseña: Desde el dibujo – Estrategia: taller abierto
24 de mayo a 21 de junio. Sala de exposiciones, CePIA
Por Rosario Sciú (charossciu@gmail.com)
Registro fotográfico: Daniel Isoardi y Ariana Kletzel (Equipo RDA-CePIA)
“En lo que se refiere al acto de mirar, al acto de cuestionar con los ojos, nos hemos hecho hasta cierto punto intercambiables.
Y esto sucede, supongo, debido a una conciencia compartida con respecto a qué puede conducir la práctica del dibujo, y adónde”.
John Berger (1)
En uno de sus tantos proyectos, Irene Kopelman dibuja lianas desde el medio de la selva. El ejercicio de dibujar es tanto más que el dibujo mismo. hay una cantidad de variables tangenciales al dibujo mismo sobre las cuales tomar decisiones que determinarán el resultado final tanto como a la acción misma de dibujar. La luz desde el corazón de una selva tropical, por ejemplo, posibilitará la observación en una franja horaria determinada; la temperatura y la humedad impedirán el secado de ciertos materiales. La distancia a recorrer a pie harán analizar cuidadosamente cada elemento a cargar a cuestas. Así, las circunstancias ya hacen de las suyas en la planificación de aquél dibujo.
Con todo ello franqueado, ya en posición, lápiz en mano, punta afilada, la artista se encuentra frente a la abrumadora e inconmensurable selva e innumerables nuevos problemas, comenzando por el más básico: qué dibujar. La observación es sin duda un aspecto crucial aquí y las elecciones que se hagan. ¿Dónde comienza una liana?¿Con qué nivel de detalle será dibujada? Qué de esa liana quiere mostrarse, si su pliegue en un borde, si su movimiento de metros, su enganche con otras. Lo que interesa pensar aquí es la relación entre el modelo y la acción de observar.
Pablo Vinet habla de cómo una obra de arte constituye un discurso que opera como cerrado e interpela al espectador desde un lugar de certeza -en la mayoría de sus casos-. En este sentido, las obras podrían equipararse, dice, a un monólogo, dando, incluso, un orden para la lectura.Distinto sucede cuando se trata de los procesos de elaboración o experimentación que pueden o no devenir obra posteriormente. Durante la instancia de trabajo no hay un discurso, sino un conjunto de ideas y experiencias inexactas e inconclusas que, sobretodo, admiten e implican la revisión. Así, las expediciones del dibujar, en las que tantas veces prima el garabato, son equivalentes a un balbuceo. Y es este balbuceo el punto de interés para los integrantes del proyecto Desde el dibujo: Pablo González Padilla, Cecilia Irazustra y Pablo Vinet. Los tres comparten desde hace dos años sesiones de diálogo y dibujo periódicamente. En ellas hay lápices, tintas, textos, ejercicios y silencios. Se graban las conversaciones y guardan los dibujos del día para posteriores revisiones.
Situarse en la experiencia de explorar e investigar prevalece por sobre los resultados. Los papeles intervenidos no son, ni interesa que sean, obras de arte sino huellas de un encuentro, indicios del intercambio, esquemas cartográficos de las conversaciones del día. Al igual que en los proyectos de Irene Kopelman, es el transitar la experiencia lo que implica a los dibujantes y permite abismarse en la práctica con toda su complejidad y riqueza; lo que logra poner al dibujante en relación con lo dibujado.La práctica del dibujo es una forma de conocer el mundo. De ponerse en relación con el mundo. El encontrarse en un campamento en la quebrada del condorito (Campamento de dibujo, Irene Kopelman, 2017) o en una sesión de taller abierto con una hoja que despliega sus más de dos metros de largo para ser intervenida grupalmente, habilita la práctica en tantas de sus dimensiones. Las sesiones de Desde el dibujo permiten la permeabilidad del trabajo y dan cuenta de las dudas, grietas y decisiones del proceso que una obra de arte, en tanto unidad, puede fácilmente dejar fuera de vista.
Mientras Desde el dibujo estuvo en las salas del CePIA, se plantearon actividades y conversaciones con el público asistente e invitados profesionales de diversos campos: poesía, arquitectura, diseño, investigación y otros artistas. El compartir los encuentros con esta modalidad ampliada trajo consigo aquellos cruces entre disciplinas de los que tanto se habla. En ellos se entretejen conexiones que no existen en otra dimensión. Se lleva la palabra al límite del reglón para encontrarse con la tinta, a manos experimentadas en el manejo de carbonillas con otras novatas. Se conocen detalles de cada saber de la mano de quienes los ejercen.
La potencia de los encuentros interdisciplinarios y diversos es tan sólo uno de los ejes. A esto se suma que la misma estrategia del taller abierto es una apuesta por indagar sobre la investigación en artes propiamente dicha. Este proyecto hace de sí mismo un objeto de estudio porque en su propia metodología se plantean las preguntas inherentes a los roles que sus integrantes adoptan día a día: artistas profesionales, docentes e investigadores. De qué manera se relacionan y complementan, cómo es estar frente a una cátedra de dibujo, dibujar en un espacio académico como la sala de CePIA, desarrollar un proyecto de extensión o producir como artistas individualmente. Hasta cómo se abordan los requisitos académicos para la presentación de proyectos de este tipo en las instituciones legitimantes, se convierte en un factor influyente en el dibujar; tanto como las condiciones climáticas de la selva para Irene Kopelman.
Desde el dibujo comprende antes que nada una serie de preguntas disímiles, compartidas y constantemente actualizadas. Las respuestas son eclécticas, colectivas y reformuladas una y otra vez para profundizar y complejizar la indagación y la práctica del dibujo.
Notas:
(1) BERGER, John (2012) El cuaderno de Bento. Alfaguara, Buenos Aires, página 14.