Y el lobo sopló y sopló. Arte e Infancia en las XX Jornadas de Investigación en Artes

c_2016-06-15_nosotras_f_paleari-016Reseña: Mesa Arte e Infancia, en las XX Jornadas de Investigación en Artes.
14, 15 y 16 de septiembre 2016, Sala Jorge Díaz,  CePIA.
Por Leonardo Corzo (leonardocorzo91@gmail.com)
Tres cerditos dejan el hogar de sus padres para salir al mundo a vivir sus vidas por su cuenta… El resto de la historia continua con el diseño y la edificación de tres casas y la llegada de un lobo que pone a prueba las habilidades de construcción de los cerditos. Las aventuras y desventuras de tan pintoresco colectivo animal sirven para enseñarnos que el esfuerzo y la dedicación tienen su recompensa, mientras que la pereza tarde o temprano desemboca en la pena. 
Las fábulas con moraleja suelen dirigirse al público infantil, sobre quien se considera que está en un proceso de crecimiento y de preparación para la vida adulta. El objetivo es transmitir a los niños algunas virtudes humanas básicas de forma entretenida y simplificada para que puedan desempeñarse en la vida de forma sana y exitosa. 
Con mayores o menores impactos, todos hemos escuchado alguna de estas historias en algún momento de nuestra infancia, y en una primera lectura, ninguno de los comentarios anteriores genera conflicto ni despierta suspicacia. Sin embargo no son muchos los fenómenos que pueden darse el lujo de salir intactos tras el escrutinio de una mirada crítica. Un análisis en profundidad sobre la vasta complejidad de la relación entre el arte y la infancia revela múltiples zonas oscuras y rincones indefinidos sobre los que es preciso apuntar algunas luces. 
Adultocentrismo, paternalismo y representaciones sociales

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Las vigésimas Jornadas de Investigación en Artes oficiadas en el CePIA los días 14, 15 y 16 de septiembre contaron con la afluencia de un nutrido grupo de artistas e investigadores de todo el país que se reunieron una vez más para brindar una actualización sobre el panorama de la producción de conocimiento en los más variados campos artísticos. En este marco de intercambio y pluralidad, una de las mesas abrió el debate sobre las propiedades de los vínculos entre la infancia y las formas del arte. Patricia Licona (UBA / UNTREF), Guillermo Baldo (UNC) y Ivana Altamirano (UNC) fueron los investigadores encargados de tender las primeras líneas de una trama de ideas que enraiza en los cimientos de la sociedad contemporánea y se ramifica extendiéndose más allá del horizonte sensible.  
Las nuevas perspectivas teóricas de la sociología de la infancia apuntan hacia un entendimiento de la niñez como una estructura social en interacción con otras estructuras sociales. Alejados de las tradicionales posturas de superioridad del humano adulto por sobre el resto de las franjas de edad, se observa que los niños se encuentran sometidos a las mismas fuerzas culturales, políticas y económicas que los adultos. 
“Existe una idea, un imaginario colectivo, de lo que los niños son, de lo que los niños necesitan… Dichas representaciones no siempre coinciden con la realidad, y llegan a generar procesos que se imponen a la infancia y condicionan a los niños limitando las perspectivas de análisis…” Señala Guillermo Baldo y agrega: “Muchas obras de teatro para niños aún se construyen articulando sus lenguajes desde esa posición, dejando como premisa explícita la idea de nosotros, adultos, tenemos o queremos contarles, advertirles, enseñarles, o comunicarles algo ya procesado a ustedes, los niños”.
Estas nuevas formas de abordaje de la infancia hacen tambalear el imaginario colectivo tradicionalmente arraigado y cuando se trasladan estos ánimos inquisitivos a las aplicaciones escénicas actuales, los realizadores se ven obligados a repensar las respuestas a algunas preguntas. ¿A qué público nos dirigimos? ¿Qué pensamos de él? ¿Cómo estas representaciones sociales se materializan en decisiones narrativas, estéticas y técnicas? 
Si bien el arte se caracteriza por ser un campo de la experiencia humana más ligado a las manifestaciones de la libertad y el juego en desmedro de la razón instrumental, no por esto se encuentra por fuera de la influencia de la corriente adultocentrista. “Son los adultos y sus instituciones los que habilitan el acercamiento del teatro a los niños, después de todo, el mundo es gobierno de los adultos… la institucionalidad del teatro manifiesta la asimetría entre la infancia y la adultez” Señala Ivana Altamirano en la tinta de sus investigaciones. 
Domingo F. Sarmiento, prócer argentino sostenía, en sintonía con las ideas de su época, que el niño era algo así como un animal de corral que debía ser civilizado. Luego de más de treinta presidentes en Argentina podemos decir que ya no deben ser muchas las personas que piensan que el niño es un animal de granja y las escuelas corrales. Sin embargo, como sociedad, aún estamos en un proceso de pleno reconocimiento de la infancia como una forma particular de estar en el mundo, y el mundo de las artes es uno de los ámbitos en donde siguen operando censuras e imposiciones contaminantes provenientes de ideologías anquilosadas. Tal como señala Altamirano “Lo político, lo sensible y lo riesgoso en el arte, son aspectos transversales sin importar a qué público se dirija… Como adultos somos responsables de no sujetar la infancia a su pequeñez”.