Mirar entre paréntesis. Acercamientos teóricos, giros y discusiones en torno al cine documental.

Reseña: Documental, Vanguardia, Experimentación. Montar, Desmontar, Remontar. Seminario  a cargo de Iván Pinto (Chile). 
13 de abril de 2016, Auditorio CePIA.

 

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Por Leonardo Corzo (leonardocorzo91@gmail.com)
Imágenes: Christian Paleari

¡Alerta de spoiler! Hacia el final del film Daybreak Express, el velocísimo recorrido de un tren elevado por entre las entrañas de la antigua ciudad de Nueva York se transforma en un juego caleidoscópico de formas, luces y colores. Donn Alan Pennebaker, documentalista norteamericano, concluye de esta forma un momento de educación de la sensibilidad, como sólo el género documental sabe lograr. La pieza audiovisual data del año 1953 y dura apenas unos minutos, sin embargo el recorrido del tren nunca termina; multiplica y reproduce su marcha andando hasta nuestros días y continúa sus gestos en los diferentes acercamientos al cine documental que el docente, crítico de cine e investigador chileno, Iván Pinto, puso en común en el marco del seminario “Montar, remontar, desmontar” brindado en el CePIA los días 19 y 20 de mayo de 2016.

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La complejidad del mundo y la representación de la realidad

En una conferencia realizada en la Universidad Andina, en el marco del III Coloquio Internacional de Cine Documental, el investigador y docente español Josep Catalá afirmaba que “El documental es una forma del mundo de ayer”. Esta sentencia no quiere decir que el cine documental haya quedado obsoleto ni que ya no tenga cabida en la sociedad actual, más bien apunta a señalar que los giros que se han producido en el desarrollo histórico del campo documental evidencian la continua y creciente complejización de la realidad.  

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Representación y realidad son procesos comprometidos en una dialéctica constantemente sacudida por tensiones y desencuentros. De ese juego de cruces y desfasajes surgen las actualizaciones que atraviesan la producción audiovisual desde sus comienzos. Problematizar la mirada sobre la producción documental nos conduce a considerar que una pieza documental nunca es sola y por sí misma, sino que entra en relación con una realidad social, técnica e histórica determinada que es preciso desentrañar.

El recorrido que propuso Iván Pinto, pone entre paréntesis la producción documental bajo tres categorías fluctuantes que señalan diferentes momentos y operaciones discursivas, sin ser demarcaciones fijas ni restrictivas, más bien invitando a enriquecer la mirada a través de diferentes perspectivas y modos de abordaje.

Montar, desmontar y remontar

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Un primer momento que pone el énfasis en el montaje, alimentado por un clima experimental que emana desde las primeras vanguardias, abre el camino para el análisis de las representaciones abstractas de Walter Ruttman, Laszlo Moholy y Man Ray, entre otros. El contexto de la sociedad industrializada temprana infunda en las piezas audiovisuales un ritmo característico y un esfuerzo por repensar y representar el funcionamiento y la construcción de los dispositivos, así como de la sociedad-máquina y la máquina misma de captación.

Dziga Vertov, cineasta vanguardista soviético, pone sus esfuerzos al servicio del desmontaje de las formas tradicionales de representación intentando buscar una verdad más profunda sobre la realidad. La operación iconoclasta de Vertov propone un juego de desmantelamiento de los iconos consagrados a través de las posibilidades del montaje cinematográfico. Su film Entusiasmo, del año 1931, nos figura el ímpetu de una multitud enardecida que no teme derribar la cruz desde el techo de una iglesia, de la misma forma en que el director no titubea al momento de poner las imágenes de la destrucción en reversa o superponer los planos, realizando operaciones impensadas para los modelos narrativos de la época.

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El tercer movimiento de análisis propuesto lleva nuestra atención hacia la obra de Yervant Gianikian y Angela Ricci-Lucchi, documentalistas que recuperan y manipulan material fílmico de archivo volviendole a depositar valor y poniéndolo en circulación actualizando su sentido. A través de la reconsideración poética y el esfuerzo arqueológico, los realizadores consiguen atrapar al espectador en la experiencia de toda una realidad al borde de la desaparición irremediable. Remontar, en su caso, implica restaurar y recuperar momentos de una sensibilidad deteriorada. Vale poner el caso del documental Del Polo al Ecuador, de 1987, en el que los realizadores conducen al espectador por un lento viaje en tren a través de un paisaje montañoso. Una música densa acompaña creando un clima soporífero. Todas las imágenes se empapan de tonalidades rosadas, violáceas y azuladas. Los hechos y las cosas del pasado pueden volver al presente a cuestionarnos sobre la cualidad de la experiencia.

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