Cuando lo imposible se anima a visitarnos
Reseña sobre el VIII Festival Internacional de Animación de Córdoba
Por Leonardo Corzo (Ayudante Alumno)
Registro fotográfico Apertura ANIMA: Cecilia Narambuena (Adscripta CePIA)
En su lista de diez mandamientos del quehacer cinematográfico, el realizador checo maestro de la animación, Jan Svankmajer escribió: “La imaginación es subversiva, porque proclama lo posible sobre lo real. He aquí el porqué de que hagas uso de la imaginación más desenfrenada”.
Siguiendo esa línea de pensamiento libertario y dando vida a los personajes y situaciones que habitan sus ocurrencias, en el marco del VIII Festival Internacional de Animación de Córdoba realizado entre el jueves 10 y el sábado 12 de septiembre en el Centro de Producción e Investigación en Artes (Cepia) y en el Centro Cultural España Córdoba (CCEC), animadores de todas partes del mundo tuvieron la oportunidad de presentar sus trabajos y movilizar al público, a la vez que competían en las diferentes categorías que ofrecía la competencia.
Oficiando de punto de encuentro entre guionistas, animadores, productores, académicos y público en general, el Anima 2015 albergó más de 100 piezas de animación provenientes de diversas latitudes, además de fomentar la colaboración y la puesta en marcha de proyectos a través de workshops y laboratorios dirigidos por algunos de los más eminentes referentes internacionales. Frente a tanto adormecimiento narrativo imperante, la propuesta disruptiva del festival logró replegar la realidad acostumbrada para dar paso a la más pura fantasía y ampliar el horizonte a historias nacidas de las más rebeldes imaginaciones.
De función en función, casi desdibujando la línea entre la realidad y los mundos imaginarios, los rostros entraban y salían y volvían a entrar en las salas, atrapados por la alquimia de lo que sucedía en las pantallas. Tras cada sesión de proyecciones y aun en estado hipnótico, los asistentes aguardaban la próxima tanda, apenas articulando algunas palabras de impresión y deambulando como marionetas sin aclimatarse aun a las recuperadas dimensiones del espacio. Constantemente el público se apresuraba a resguardar su lugar en la comodidad de una butaca para la siguiente selección de trabajos.
Sin abandonar el recinto, los asistentes pudieron echar un vistazo a los albores de la humanidad, recibir por los oídos el ritmo de los algoritmos del futuro, enamorarse de un idioma extranjero, girar hasta el mareo la circunferencia de cincuenta círculos, presenciar un atraco a una joyería y perseguir a un cerdo, todo ello en apenas un puñado de minutos. Para cuando entraba la noche y el público salía al exterior a recibir el frío golpe del viento, el amplio grupo se dispersaba y únicamente persistía, dando vueltas en el aire, flotando, la sutil sensación compartida de que todas las cosas pueden no ser lo que son, ni hacer lo que hacen, y en cambio pueden ser otras cosas y hacer muchas otras.
Luego del maratón de tres días de cortos, películas y diferentes piezas de animación de diversas técnicas, temáticas y procedencias, los ojos del público ya pueden descansar en la cotidianidad acostumbrada. Sobre esa calma aparente, sin embargo, sobrevuela una ligera abstinencia de nuevas historias, movimientos, formas, colores y sonidos. Habrá quienes inspirados por la experiencia, se pondrán manos a la obra y se lanzarán al vacío en búsqueda de sus propios relatos. Otros esperarán con ansias la realización de una nueva edición del festival. Para todos hay un camino lleno de impulsos de creatividad renovada. Los animadores seguirán animando, contra los obstáculos que puedan surgir y aprovechando cualquier brecha por donde puedan iluminar sus ideas. El público por su parte siempre encontrará una historia que le arranque una sonrisa, que le derrame una lágrima o que lo toque en la fibra exacta de la sensibilidad subversiva.