Reseña: Conferencia “Susurros en la cocina”, de José Luis Valenzuela,
en el marco de las IV Jornadas de Análisis de Procesos Creativos en Artes Escénicas.
Viernes 24 de Junio. Auditorio CePIA.
Por Mercedes Noguera (mercedes.noguera@gmail.com).
Imágenes: Marco Buontempo
A cargo de una conferencia que constituye el broche de oro de días de mucha riqueza, José Luis Valenzuela se explaya sobre la práctica teatral como un tipo de pensamiento. Con el devenir del tiempo y la profesión asegura haberse despojado de convicciones personales y comenta con sinceridad y humor la realidad de no contar con una estetica definida. Su exposición pone acento en la importancia de “ese momento inolvidable” que puede hacernos vivir un espectáculo teatral. Sus palabras nos afectan en coherencia con su expresión “En el fondo eso es lo que buscamos en este oficio afectarnos… afectar”.
La impresión de no poder escapar a algo
Valenzuela comenta su impresión de estar encerrado en un sitio en el que no se pueden poner excusas y hay que responder de alguna manera: “En las buenas ocasiones uno es el primer sorprendido”. A partir de esta respuesta encara cada una de las cosas que le toca hacer.
En 2002 abandona cualquier relación con instituciones y es por esa causa que laboralmente responde a demandas, a necesidades o pedidos que nunca hubiesen surgido quiza de su propio interes, de su propia tentacion, de su propia acción.
Confiesa que se pone a escribir porque es una continuacion de hacer teatro por otros medios.
El lugar del devoludor
José Luis Valenzuela expone acerca del papel del “devoludor”. La expresión, seguida de risas, hace referencia a “tener que hacer una devolución junto a ciertos tribunales de criticos desde la advertencia que se realizan muy pocos aportes, por lo tanto, es dificil encontrar ese momento en que la devolución del otro realmente sea productiva al propio trabajo”.
“Hay una manera de devolver lo que el otro me da, que se parece mucho al trabajo que uno hace como director cuando un actor trae una propuesta en esbozo y le pide a uno a ver qué le parece. ¿Qué intervención puedo dar; sabiendo que lo que el otro quiere es una herramienta para continuar? Yo lo llamo la continuacion de un trazo, porque es como si lo que me llega de la propuesta del otro es un fragmento, un rayón, un girón y lo que yo puedo darle tampoco es una totalidad, ni nada que le arme una solución completa, sino que es una respuesta casi visceral a una propuesta que el otro me tiró y si esto se prolongara me volvería a devolver”.
“Cuando uno esta en la tarea de devoludor se encuentra con cosas que uno no sabe como tratar… Hay que dejar de lado la cuestión valorativa”.
El teatro es potencia
La conferencia recorrió conceptos referidos a que el teatro es potencia, voluntad de potencia, poder y a diferentes formas de designar algo que es impalpable, es decir a esa pujanza de la vida detrás de la forma. Hizo alusión al deseo como un acto electivo. Entender ésto le permitió a Valenzuela “ver los espectaculos con otra piedad… Pareciera que uno aprende que los espectaculos fallidos, fracasados, que no pasarían ningun filtro selectivo, tienen este murmullo intuible de alguien que deseó hacer teatro y llegó hasta ahí nomás”.
Valenzuela expresa que le gusta leer y por eso siempre hace asociaciones. Trae a colación el concepto romántico de Idea, es decir, aquello que convierte el accidente en hallazgo, “es lo que el director esta haciendo cuando mira de manera ahuecada; uno no sabe lo que va a venir. Cuando uno se despoja, se desentiende del concepto que trae y se abre a lo que se venga”.
Los ejemplos de experiencias comentadas hacen resonar en Jose Luis que “la necesidad del teatro reaparece con una fuerza, una potencia conmovedora y uno no puede sustraerse a la conmoción que causa ver que el teatro sirvio para algo tan vital, tan humano, tan palpitante…”
“Soy quien espía el teatro desde afuera, como intruso… nunca sé si me va a dejar entrar”.