Reseña: PROYECTO EXPEDICIÓN | Avance N°3 – 2016
9 de junio, Sala de Exposiciones del CePIA
Por Marianella Monzoni (marimonzoni91@gmail.com)
Imágenes: Marco Buontempo
La presentación de la última etapa (Avance N°3) del proyecto de producción experimental y apertura del espacio de trabajo in situ del colectivo Expedición, fue llevada cabo en la sala de exposiciones del CePIA, entre los días 9 y 14 de junio. El proyecto está conformado por Dianela Paloque, Manuel Sosa, Mauricio Cerbellera, Paula Roqué, Santiago Viale, Silvana Montecchiesi, Gabriela Acha y Carolina Senmartin, como directora, Con formaciones e intereses diversos, desde variados enfoques desde los campos del arte y de la ciencia, sus integrantes realizan viajes a espacios no urbanos y, a partir de ellos, proponen diversas producciones que trabajaron y expusieron a lo largo del 2015 y 2016.
El punto de partida fue la veta donde existía la posibilidad de conjugar saberes desde un enfoque multidisciplinar que buscara la vivencia de un proceso en el cual el foco de interés de cada integrante y del equipo pudiera tener origen y mutar. Ese dejarse atravesar por diferentes vértices, tiene como propósito complejizar las múltiples dimensiones de lo que se iba haciendo y problematizando.
La producción experimental se desarrolla en “Avances”, en los cuales, luego de incursiones a estos espacios no urbanos, se recopila material por medio de diversas formas de registro. Se parte de un viaje, de la observación y su registro y de un interés que puede tomar diferentes formas en el transcurso de la expedición, a lo largo de la cual se insiste en una reflexión individual y conjunta sobre los hechos, valoraciones y decisiones que van teniendo lugar.
Para este último Avance (N°3) del proyecto, se rescata lo vivenciado en el viaje al Mar de Ansenuza. La experiencia se desarrolla en y con lo espacial y propio de la región a la que se arriba: en este caso la sal, lo que habita la laguna y todo elemento o experiencia que sugiera un posible foco de trabajo. De esta manera, se ponen en juego criterios que tienen en común el interés por hacer dialogar diferentes tipos de conocimientos. Allí es donde la actividad de observación se vivencia como inicio de una experiencia colectiva.
Las expectativas no responden solo a descripciones o definiciones metódicas: lo que se comenta, lo que se observa, analiza y registra se concibe como materia prima de algo que se imagine y proyecte desde otra perspectiva, diferente a la ensayada de forma habitual. Las cualidades no se reducen a propiedades medibles y clasificables: hay una intención de sumar otra(s) mirada(s), desde las cuales se posibiliten espacios de apertura a lo singular de cada objeto e ideas. La que se pensaría, en principio, como una dificultad implicada en el trabajo desde bases epistemológicas que se presupone diferentes, queda interrumpida en lo fructífero de la instancia creativa que comparten ciencia y arte. Así, lejos de forzar una representación mimética, podemos advertir puertas de acceso a la especulación acerca de una experiencia pluridimensional.
La muestra, más que exponer un “para qué”, una funcionalidad que traicionaría las búsquedas del proyecto, quiere hacer visible ciertas materializaciones que dan cuenta de un proceso desarrollado en una instancia previa. Este avance pretende acercarnos ese cuestionamiento de manera que, en la apreciación de lo trabajado, se sugiere una interpelación a nuestras asociaciones estéticas y epistémicas en una invitación al término del viaje realizado.
La producción experimental no pasa solo por lo devenido en objeto artístico: ese predisponerse a la situación desde otros términos es parte de un proceso que busca desandar una posición de sujeto en cierta configuración estética, en la cual prima la experiencia como acontecimiento único.
Así, borrar los márgenes de ciertos métodos y fórmulas explícitas en el lenguaje artístico o científico, expande las formas habituales de percepción de los espacios que se investiga y caracteriza como “naturales” o con menor intervención humana. Justamente, naturaleza es uno de los conceptos discutidos y existe en cada obra una idea que entrecruza disquisiciones de diferentes órdenes, disolviendo en cada caso de manera distinta los ríspidos cierres disciplinares en función de un hacer confluir aspectos científicos, poéticos, sociales, histórico-culturales para ensayar nociones que intenten significar y no ser mera adecuación aplicacionista. Así, se deja lugar a lo que depare una flexibilidad de los términos, en aproximación a criterios de índole mayormente subjetivos. Dejar prevalecer lo subjetivo no tiene que ver únicamente con un sentido individual, más bien se reformula en singular, situado, indiviso y pasible de fragmentar a la vez, lo que permite destacar ciertas zonas, bocetar contornos sin ser exclusivamente miméticos, aportar informaciones de diferentes registros y discursos para la emergencia de un conocimiento otro.
El resultado busca ser, más bien, un “resultar”, en un infinitivo no acabado e inaprensible, pero que se puede concebir y transformar de maneras insospechadas, para que lo significado con punto de partida en lo empírico y dialogado, pueda ser proyectado en otra materialidad sin ánimo de conclusiones exhaustivas y sabiendo que lo itinerante está en saber que lo que nos rodea, como signo y materia, es imposible de saturar.