Desde que dijeron “Que bueno sería verlo en sombras”

Reseña: Obra de teatro “Una travesía por la ausencia: El Infierno de Dante”
Jueves 27 de abril, 20hs.Sala Jorge Díaz, CePIA

Por Mercedes Noguera (Adscripta CePIA) – mercedes.noguera@gmail.com
Registro fotográfico: Gabriela San Martin y Marco Buontempo (Equipo RDA-CePIA) 

Nos encontramos con el grupo de teatro La Divain, para charlar de su reciente trabajo acerca del infierno de Dante, una propuesta escénica elaborada a partir de la experimentación con sombras. Muchas cosas fueron cambiando durante el proceso de puesta en escena. Después de cada presentación se daban cuenta de aquello que funcionaba y aquello que no. Ahora se detienen a reflexionar para meterse nuevamente en la cocina y seguir trabajando.

Quien lea este texto se suma a conversar con Agustín y Poli, dos de los integrantes de “La Divain”. Así como suena, en criollo: “Siempre buscábamos ponerle un nombre al grupo, pero nosotros le decíamos así por el trabajo con La Divina Comedia, un poco en forma de chiste. Después no encontramos otro nombre. Creo que va a seguir siendo por siempre “La Divain”, comenta Agustín.

El proceso de creación de la obra surge durante el cursado de la cátedra “Integración III” que después se convierte en “Producción II del tercer año de la Licenciatura en Teatro, a cargo de Paco Giménez, en 2015. La propuesta consistía en partir de una obra clásica para generar una escena de veinte minutos que sea una versión libre.Agustín comenta al respecto de esta experiencia: “Nosotros nos salimos un poco de la regla y, en vez de elegir una obra de teatro, elegimos una obra de Dante Alighieri. Por eso se hace necesario el trabajo de reescribir, porque el poema épico está escrito para ser leído”. Para ello reflexionaron sobre lo que Paco Giménez les plantea ¿cómo logramos que se saboree en escena de la misma forma que uno saborea eso leyéndolo?

La reescritura colectiva se realizó en colaboración con Néstor Curiqueo y Federico Márquez.
“Una travesía por la ausencia es nuestra ficción y nos damos todas las libertades”. Esto se relaciona con lo que el grupo entiende por intertextualidad: cruzar distintos lenguajes para que funcionen como una sola cosa.

El grupo empezó a experimentar en 2015 por intuición y en 2016, por intermedio de CePIA y del Departamento de Teatro, conocen a Gabriel Von Fernandez (teatrodesombras.com.ar), que los forma en el tratamiento de las sombras. 

Desde la teoría empezaron a percibir las sombras como un ritual y comenzaron a relacionarse con estas ya no como una simple proyección de luz sino trabajando con un ente vivo, una presencia, un lugar de lo no material, una co-presencia ritual que contrasta con el mundo actual en donde el objeto es lo primero. Agustín conecta el trabajo con sombras con una energía especial en un ámbito en el que “se dan esos lugares de oscuridad. Cada vez que hacemos la obra hacemos un ritual, por el trabajo de lo sagrado, es un trabajo de lo sagrado para el teatro, para las sombras e incluso para el espectador. El teatro de sombras es una de las primeras artes…, justamente desde el descubrimiento del fuego”.

Los actores y actrices de la obra también hacen de sombristas durante la función, porque manipulan el cono de luz que se proyecta sobre la pantalla, que es una tela traslúcida. El material con que trabajan es la luz. La elección de diferentes fuentes de emisión lumínica (diseñadas por Gabriel Von Fernandez) estuvo de acuerdo a las necesidades que se les presentaron en el proceso creativo. Durante su investigación grupal, entendieron que las sombras se revelaban como el lenguaje más atinado para contar la historia de amor no logrado entre Dante y Beatriz, donde la muerte, marca la ausencia como motor para la acción.

El grupo de teatro pasó por un flujo de gente. A la hora del estreno David Laurentti encarna a Minos, Agustín Gerbaldo es Virgilio, Mariana Saur Palmieri representa a Francesca, Victoria Vaccalluzzo actúa como Beatriz, Paulette Yurquina se desempeña como sombrista, Federico Burgi está a cargo de la música en vivo, Sofía Bustos dirige la puesta en escena y Daniela Martín es la asesora del proyecto.
 La travesía comienza con Minos y su admirable ingreso aéreo acrobático de hombre-animal. Sus acciones convocan en el espectador la curiosidad necesaria para adentrarse lentamente en el infierno ficcional.

El músico-compositor en escena toca el sintetizador. Burgi es también artista visual. Forma parte del grupo desde los inicios y durante el tiempo de la obra de teatro tiene una gran cuota de actuación. Daniela Martín en el proceso de trabajo planteó:  que si hay un músico en escena “¡podrían rockearla!”. En consecuencia, Agustín Gerbaldo propuso componer una canción en conjunto. En la búsqueda salió Disco Limbo. El nombre se desprende de Virgilio, que es el personaje que representa Agustín en la ficción, y está condenado a lo que se llama el Limbo, en el infierno.

En las escenas protagonizadas por el personaje de Francesca que se desarrollan alrededor del círculo de la sensualidad y la condena por lujuria. El espectador ve aparecer detrás de la pantalla central proyecciones de figuras de alambre diseñadas y realizadas por Esteban Pallares. Bajo el haz de luz también se proyectan contornos de cuerpos y de ramas naturales.

Paulette Yurquina está casi todo el tiempo atrás de la pantalla, ella dice “yo vivo la obra por lo que se escucha y cuando salgo descubro toda la gente al verle la cara”.

Agustín empieza la obra detrás de la pantalla, con las primeras sombras, y está tranquilo. A los siete minutos es el momento de aparecer como Virgilio por la puerta principal de la sala. Para llegar ahí “corro por el exterior y doy la vuelta al edificio. Recién cuando estoy por entrar me tiembla la pata, ahí me salen nervios y me pasa todo eso que le pasa a uno cuando actúa. Al salir a escena y abrir la puerta y exponerme… entro en otra situación porque soy consciente de que la obra está realmente sucediendo”.

El personaje de Beatriz realiza un stand up al micrófono, el cual nace a partir del proceso actoral personal de Victoria Vaccalluzzo quien, en consonancia con el grupo, tiene la idea de que el personaje se construye a través de la corporalidad de actores y actrices actuando. Trasladar al cuerpo un solemne poema lírico resultó un conflicto a resolver. Victoria encontró en el distanciamiento teatral una ruptura interesante que funciona también en la necesidad de que al público se le expliquen ciertas cosas para que entienda el argumento relacionado con el infierno. Esta escena concreta el interés de La Divain por “velar los artificios”.

El iluminador y quien realizó el diseño de las luces, es Joaquín Aguiló y trabaja con el grupo desde noviembre del 2016, en la primera presentación para la Noche de los Museos en CePIA. Esta instancia fue el primer paso, allí concretaron el objetivo de presentar a público. 

Otra instancia de presentación muy diferente fue el Ensayo Abierto con los estudiantes de tercer año del Departamento de Teatro de la cátedra Dinámica de grupos, a cargo de Jazmín Sequeira. La travesía por la ausencia no se había estrenado aún y debido a un corte de luz se produjo un primitivo auténtico ritual. Lo significativo del encuentro se traduce en las afirmaciones “Hacer teatro es trabajo. Estamos todos en la misma y nadie sabe como hacerlo hasta que lo hace. El intercambio con los compañeros y compartir lo que estamos haciendo nosotros, que no somos de los últimos años de la carrera, está buenísimo”.

El proceso creativo lleva dos años y actualmente se abrieron un montón de necesidades, “parece que va a ser continuamente así y eso es un poco lo interesante en teatro”, comenta Agustín. Para el grupo, la obra teatral nunca es una obra terminada y consideran que la representación se completa con el espectador.

Podés leer también la reseña sobre el vestuario de esta obra en >> Vestuario para ir al infierno