Experimenta sonora: experiencias más allá del sonido

Reseña: “Experimenta Sonora: Taller experimental II”
5 de noviembre 2018
Por Natalia Saraí Saldívar Halac (Equipo de Comunicación CePIA)

El lunes 5 de noviembre asisto al concierto del Taller Experimental II, una de las tres instancias que conforman el ciclo Experimenta Sonora, que surge de los talleres de experimentación musical coordinados por Rosalía Pérez(1). Es mi primer contacto con este tipo de música, y al sentarme en la butaca del auditorio del CePIA, no tengo muy claro qué esperar. Antes de que el concierto comience, el ambiente es eléctrico: las y los estudiantes se mueven de un lado a otro, se pasan instrumentos, de vez en cuando piden silencio y luego vuelven a charlar. Casi cuarenta personas -que conforman un total de diez equipos de trabajo(2)- preparan los últimos detalles de la puesta. Después de un rato el ajetreo disminuye y un par de intérpretes se acomodan en el escenario. Desde la cabina de sonido hacen señas para indicar que está todo listo y yo me preparo para sumergirme en nuevos territorios sonoros.

Sobre el registro

Como extranjera al mundo de la música, sentarme a escribir acerca de lo que escuché me resulta una tarea compleja. Aunque el registro de un hecho artístico siempre se presenta como un terreno inestable, personalmente la música se siente como algo aún más complejo de abordar. No sé los nombres de muchos de los instrumentos, ni como referirme a las maneras de tocar, los tiempos, o los sonidos. Mi falta de conocimiento técnico me obliga a atenerme a mi experiencia.

Hay un dicho en italiano que dice “Traduttore, traditore”, que significa literalmente “traductor, traidor” y que siento describe mi sensación cuando intento decir la música en palabras: hay algo que no logro abarcar, que me aleja de la experiencia primera y que me hace sentir que no estoy siendo del todo fiel a las creaciones de las que fui testigo.

Tomo esto como una posibilidad: ante estas circunstancias, me obligo deshacerme explícitamente de cualquier intención de contar lo que pasó. Escribo solo un boceto de sensaciones, ideas, preguntas y aproximaciones principiantes desde mi rol de espectadora.

La experiencia

Cuando me siento y la música empieza a sonar, lo primero que surge es una sensación de extrañeza ante lo que escucho. Las y los intérpretes juegan, llevando notas al extremo, superponiendo instrumentos, saturando y desaturando el espacio sonoro. No estoy acostumbrada a esta música y mi cabeza intenta encontrarle una categoría, diseccionar un sonido de otro, encontrarle una lógica que me permita anticipar, como en las canciones pop, lo que viene después. Pero las secuencias me sorprenden cada vez y decido que lo mejor es relajarme y escuchar.

Me dejo invadir por voces extrañísimas, silencios demasiado largos y estruendos repentinos. Presto atención a otras cuestiones más allá de lo auditivo: me llama la atención la manera en que los cuerpos de las y los músicos se relacionan con los instrumentos musicales. No siempre los sonidos salen de los dedos sobre las cuerdas de las guitarras, o del soplido en la boca de la trompeta: hay golpes, chasquidos, aparecen objetos cotidianos ayudando a generar la música. Se expande de esta forma, el rango de posibilidad de lo que sucede en el escenario.

Las deformaciones que aparecen alejan la música que está siendo interpretada de lo que usualmente se escucha en una sala de conciertos, volviéndola extraña en este espacio pero al mismo tiempo más cercana, más familiar. Cierro los ojos y empiezo a reconocer en lo que escucho, músicas de la cotidianeidad o de mi imaginario personal, reflejadas en las notas, en apariencia desordenadas, y en la gestualidad, por momentos arbitraria, de los y las músicas.

La experiencia requiere recurrir a una forma distinta de escucha. Los gestos descontracturados, la incorporación de objetos “comunes”, las notas llevadas a lugares incómodos, todo esto demanda una ampliación de la percepción, un involucramiento personal en la vivencia musical.

Las pregunta

Al terminar de escuchar las diez piezas musicales, escribo una catarata de preguntas: ¿Qué es música y que no? ¿Cuál es la diferencia entre un ruido que sale de un violín, escrito en una partitura e interpretado por un músico en un escenario y los frenos de un colectivo en el centro de la ciudad de Córdoba? ¿El contexto? ¿El instrumento que lo produce?

¿Se podrían generar los mismos sonidos que escuché con objetos comunes, sin querer? ¿Qué tanto de lo que escuché está planeado? Todo parecía estar siendo leído de una partitura, ¿Cómo se puede calcular algo que parece tan improvisado?

Mucho se debe haber escrito al respecto de todo esto, pero para mí estas preguntas son nuevas y me abren un espacio de reflexión interna que desafía la idea que tengo de música.

Como conclusión, puedo decir que elegir abordar la experiencia musical considerando los distintos planos del lenguaje que conviven en ella la enriquece y, a la vez, nos permite acceder a interpretaciones que trasciendan la apreciación técnica.

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Notas:
(1) Estos conciertos, que se presentan en el CePIA desde 2005, tienen el objetivo de dar a conocer las producciones de las y los estudiantes que participan del taller experimental en cualquiera de sus tres niveles. Las producciones están enteramente a cargo de quienes participan del taller, incluyendo composición, investigación, montaje, difusión y documentación.
(2) Programa completo click aquí.