Varios sueños en total

IMG_0849Reseña: Limbo. Vestigios de una mente sin tiempo.
21, 22, 28 y 29 de julio 2016. Sala Jorge Díaz, CePIA.
Por Mercedes Noguera (mercedes.noguera@gmail.com).
Imágenes: Marco Buontempo

IMG_0860Una producción escénica que es una extraña oportunidad para acceder al maravilloso mundo del imaginario actoral.
Atrapada en el Limbo los veo llegar.
Los personajes transitan la sala con la dinámica de los sueños.

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Los miembros del grupo Escalpelo son compañeros de estudio, ingresaron todos en el 2012 a la Licenciatura en Teatro de la Facultad de Artes. Comienzan a funcionar como grupo a partir de una investigación que hicieron sobre el imaginario del actor, sobre los elementos que lo dinamizan y que lo hacen crear, en la materia Dinámica de Grupo II, de Tercer Año. A partir de allí, armaron el proyecto “Escalpelo. Disecciones de un imaginario colectivo”, para la convocatoria de CePIABIERTO y le dieron a la obra de teatro su perspectiva actual.

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En entrevista con parte del grupo, comentan que durante el proceso de trabajo cada uno iba demostrando ciertas características particulares. Celeste Lien tenía un registro actoral hacia lo grotesco, por ello el trabajo de dirección consistió en ayudarla a que pudiera jugar el rol de la mujer bella. Nicolás Martínez tiene un gran dominio de las formas, por lo tanto, siempre estaba trabajando un personaje típico como el panzón o el jorobado. Como tiene mucha ductilidad en el cuerpo la dirección se encaminó hacia el trabajo de un registro naturalista para tratar de componer en una misma sintonía. El personaje interpretado por Laura Gigena tiene cierta jerarquía en cuanto a los demás, es como una reina, una madre, una diosa, una especie de  “Reina invertida”. La particularidad de Luciano Geuna es que, al venir de la danza, tiene un cuerpo muy presente y muy ágil. La dirección de Claudia Peralta y la asistencia de Julieta Zamora tiene en cuenta  la idea de que cada integrante se pudiera lucir. Reforzaron y apuntalaron, por ejemplo, la voz especial de Oli (Laura Gigena) ya que ella sabe cantar. En términos generales se posibilitó el despliegue de lo que cada actor/actriz puede dar.

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La ensoñación me sorprende en cada fragmento de teatro por el abrupto devenir de las escenas. La atmósfera fantástica se entiende quizá porque, según expone Claudia, “dentro del imaginario actoral estuvo la idea de que la situación de todos era como un laberinto, los sueños que traía cada uno tenían que ver con el encierro y con un recorrido desde un lugar a otro”. Ensayando trabajaron la problemática de no ser cualquier persona encerrada sino ser actores encerrados que se refugian en la ficción que la obra despliega.

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Claudia describe el vestuario a partir de imaginar: “Ellos eran finos pero vienen huyendo, se les rompió la ropa y se ensuciaron. Pero ellos eran finos, entonces traigamos ropa fina y elegante. Uno se imagina ropa cara pero las prendas que se consiguen son más o menos de medio pelo”. Esa era la idea, estaban bien vestidos con camisas con shabot, pollera acampanada y traje. La ropa que buscaron corresponde a la época de los años 20, sobre todo por los sombreritos que usan los personajes femeninos. Oli hace referencia al “cuartel de sombreros preciosos” que manipula Nicolás. La calidad de las prendas de buena tela de pana, por ejemplo, y texturas bonitas con colores cálidos tranquilos, combinan con el piso de madera del espacio, el piano, los atriles y la escalera marrón. 

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En cuanto a los vestigios de las vidas que tenían, Nicolás comenta que cada personaje se aboca a algo específico. Si bien todos usan los sombreros, los zapatos, la arena, los hilos, el maniquí inclusive, cada uno tiene sus objetos para trabajar. Sin embargo, los protagonistas han traído pocas cosas, o ninguna.  La presencia de los objetos habilitó el juego actoral. Nicolás y los zapatos ocultan y exponen “la verdadera verdad de los pies”, en palabras de Claudia que resumen las anécdotas referidas al tema: es que el actor manipula, ofrece y necesita calzado. Luego de elegir un TOC (Trastorno Obsesivo Compulsivo) fue mutando en ejercicio actoral hacia la definición de su personaje: zapatero o quizá un coleccionista. Sin buscar el sentido del objeto, botas, mocasines, sandalias, tacones y chatitas condicionan todo el lugar.

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Entusiasmados se convocan para jugar a hacer teatro dentro del teatro. La reina invertida da la bienvenida al público. En extraña postura  apela a un texto de Borges para saludar. 

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La asesora del proyecto es Jazmín Sequeira. Su rol fue guiar, hacer preguntas, identificar las problemáticas y otorgar herramientas para que el grupo pueda resolver. En diálogo fluido hizo las devoluciones al trabajo.

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Limbo. Vestigios de una mente sin tiempo, se presentó el pasado julio en la Sala Jorge Díaz del CePIA. Luego de cuatro intensas jornadas, el Grupo Escalpelo termina este estreno con el anhelo de que su propuesta haya tocado alguna de nuestras fibras. El pacto funcionó quizá porque ellos eligieron trabajar sobre sueños, sueños personales y sueños concretos. Escribirlos y exponer las sensaciones. Convertirlos en investigación corporal y exploración. Así generaron acciones, secuencias e imágenes y fueron armando fragmentos de teatro, un acopio de materiales escénicos. Cómplices de sus búsquedas fue posible que cuatro personas se mantengan suspendidas como las prendas, como las perchas, en un refugio alternativo.

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Limbo será presentada en la materia Producción III de cuarto año de la Licenciatura en Teatro. Habrá que seguir trabajando, comentan los integrantes de Escalpelo, y aseguran que esta obra de teatro, en términos de producto, está en constante movimiento.
IMG_0810Receta del Limbo obtenido.
– Durante un año.
– Dos ensayos semanales (Tres en tiempos del estreno).
– La imagen de una mamushka. Muñeca Rusa que tiene dibujadas una serie de ficciones dentro de otra ficción y otra ficción. Algo interminable que todo el tiempo puede derivar hacia otro lado.
– Jornadas de trabajo de mesa a la hora del proceso de la construcción de la dramaturgia colectiva.
– Planteo escenográfico llevado a cabo por la artista plástica Tatiana Geuna.
– Iluminación y sonido: Bautista Chiampan.
– La dificultad de la escena final. A causa del trabajo con dramaturgia de actor, la lógica del sueño y el teatro fragmentado. Lo acertado de retomar algo de lo que aconteció en otras escenas y utilizarlo para darle el final.

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